El segundo método requiere que cerremos los ojos mientras escuchamos nuestra música favorita, y que intentemos localizar la posición de todos los instrumentos que seamos capaces de reconocer en el escenario «virtual» que nuestro equipo de música presenta delante de nosotros. Una vez que lo hayamos hecho debemos intentar intuir el tamaño de ese escenario, prestando atención a la distancia que parece separar unos instrumentos de otros. Nos puede dar la sensación de tener al vocalista justo delante de nosotros, y a su derecha, cerca, el saxofón; a su izquierda, pero más lejos, el piano, y detrás, pero mucho más lejos, la percusión. Si comparamos varios discos distintos es fácil percibir que las dimensiones del escenario que nos propone cada uno de ellos son sensiblemente diferentes.
Quizás os parezcan unos métodos complejos que solo sirven para juzgar la calidad de sonido de un equipo de Alta Fidelidad, pero os aseguro que no es así. Al principio requieren esfuerzo y atención, pero después, poco a poco y sin que te des cuenta, el esfuerzo se desvanece y podemos sumergirnos plenamente en la música. Por supuesto, aunque nuestro equipo sea modesto. Probadlo. No os arrepentiréis.